Mito Ayamán, pueblo indígena larense.
Cuando el mundo era mundo, como
grupo cazador pasamos por muchos territorios, pasamos por brazos de tierra
rodeados de agua de mar, fuimos dejando parientes asentados en tierras lejanas
de donde nos ubicamos actualmente, dejamos nuestras huellas en petroglifos,
modos de vida, en el idioma, en fin rasgos de nuestra cultura. Estos recorridos se vieron forzados por los
animales de caza (bahohori) para el aprovechamiento como fuente de alimento
junto con la recolección de frutos, raíces, miel, plantas comestibles y
medicinales, entre los animales encontrábamos: megaterio, el caballo “americano”,
mastodonte; hubo un cambio climático y estos grandes animales desaparecieron,
ya habíamos desarrollados artefactos y técnica de caza y así seguimos detrás
del venado (kui), danta (deleryi), monos (chuc), pereza (takumará), tigre
(bosin), araguato (duj), puerco de monte o báquiro (moiduh), mapurite (arok),
oso hormiguero (arihi), lapa (araguá), cunaguaro (rauro), cachicamo (dok), conejo
(sop), morrocoy (gnamuri), ardilla (biyuye), iguanas (hach), acure (akuri),
zorro (warhen), y entre las aves cazábamos: gavilán (tuhue), paloma tijera
(ebisluye), guacharaca (togó), paují (suui), zamuro (nuhu), rey zamuro
(nuhumontay), pájaro carpintero (terhur), pava de monte (hogh), paraulata
(koeri); también desarrollamos la pesca
con barbasco, arco y flecha, con cestos, hasta la coa la utilizamos en las
fuente de agua dulce y algo salobre, variados peces y muchos más aliento de
vida. A los animales de gran tamaño lo cazábamos usando diversas armas
elaboradas con piedras de tamaño diverso según el tamaño del animal, como
técnica los golpeamos con la piedra, luego de estar golpeado y acorralado por
los demás miembros del pueblo, lo atacábamos con lanzas hechas de variadas
piedras y tamaño, sabíamos usar la piedra para la defensa, para la cacería,
para la vida.
Al quedarnos en el corazón de
este territorio que tenía forma humana, del busto para arriba, de una bella
mujer que tenía el brazo que miraba hacia el occidente como una cesta
recogiendo agua dulce donde viven los
hermanos Barí, y el brazo que miraba hacia el oriente era extendido y con los
dedos de la mano separados soltando agua dulce para confundirse con el mar
donde viven los hermanos Waraos, motivados por el avance de otras oleadas de
grupos humanos nuestro oriente es la sierra de los Chipas o Cyparicotes. Este terruño tenía por el norte hacia el mar a
la sierra de los Jirajaras (o de San Luis, como lo conocemos ahora), hasta
Mapiare, por el sur la sierra de Matatere y serranía de Bobare, porque más al
sur están los hermanos Yanomamis. Estábamos en un lugar estratégico bañados por
un hilo de agua dulce, Tocuio, fuente de nuestra vida, nuestro sitio de siembra
por ser un valle fértil era Moroturo o Morotura, con una vegetación verde como
la esmeralda aunque en lo extenso de nuestro terruño desde el hombro
occidental, Baragua, encontramos diversos árboles que sabíamos aprovechar para
la vida: vera (sh`cut), dividive, tuna, dato (ispó), guamacho, cují, jobo,
roble, yabo, jabillo (groste), olivo, cardón, samán, guasábara, acacia,
yagrumo, bucare, naranjillo, semeruco, mamón (supohó), cotoperiz (ish bugga), cocuy,
copey. El copey es nuestro árbol
sagrado, por él tenemos la lluvia, el sigue siendo festejado en nuestro ritual
del estercuye, tura, música y danza para agradecer a la madre tierra. La música
con instrumentos autóctonos: cráneos de venado caramerudo y del matacán (suéld)
con sus cachos, las turas o carrizos y maracas que imitan los sonidos de
nuestros animales mitológicos.
Teníamos la tierra, ya habíamos
decidido quedarnos, ya nos habíamos adaptados, ya estábamos cansados de nuestro
peregrinar, nos establecimos pero para nuestro sustento teníamos que sembrar,
había que ir donde nuestros parientes, allá muy atrás, llegar al Encanto para
buscar la semilla de vida, dox en nuestra lengua, maíz, y nuestros vecinos que
querían nuestras tierras por eso los considerábamos enemigos, y si les
dejábamos sola las tierras, nos la quitaban, y nosotros perdíamos lo que
habíamos logrado, así que nuestros mayores, sabios de nuestra tierra, se
reunieron, y empezaron a preguntarse qué hacer porque ya la tierra (dap) estaba
preparada, estábamos esperando el ciclo de lluvia, talamos, dejamos que se
secara lo cortado y luego quemamos, las cenizas la esparcimos por todo el
conuco (añaro), esperando la cosecha (kibok).
Cuando el mundo era mundo y no
había maíz (dox) para sembrar. Los conuqueros sabían que había una parte que si
lo había, en El Encanto, pero no había quien lo fuera a buscar.
-¿Conuqueros cómo hacemos
nosotros para ir a conseguir el maíz para sembrar, porque nosotros necesitamos
de sembrar ese maíz para la manutención de toda la familia y así es pues, que
nosotros vamos a ver cómo hacemos? De cualquier manera debemos conseguir el
maíz para sembrar.
-Vamos a hacer una cosa, vamos a
decirle al venado que valla a buscar el maíz en El Encanto- Se fueron hasta donde estaba el venado
paseando por una cascada a orilla del Tocuio, se le acercaron dándoles
semeruco, lo saludaron con una venia, conversaron hasta que le propusieron:
-¡Mira Kui! ¿Tú no eres capaz de ir
al Encanto donde se consigue el maíz para sembrar los conuqueros aquí?
-¡Si voy! -dijo el venado (kui)- ¡entonces
vaya, usted, usted se va al Encanto, a ese sitio donde está el maíz!
Emprendió el venado su caminata,
su larga caminata, paso por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a
El Encanto se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio donde
estaba el maíz, que era una cueva, Haitón, cuya entrada era como la boca de una
gran culebra tragavenado (jusjí akuruguá), así la llamaban nuestros viejos,
entonces el venado se emocionó mucho con lo que vio, se encantó, se emocionó al
ver la gran cantidad de maíz de todos los colores, tamaño y forma, que se puso
a comer maíz, a comer maíz, a comer yerbas que también había, hasta que se le
olvidó a lo que iba.
No volvió más el kui. Los conuqueros
se quedaron esperando el maíz y reunidos dicen: - ¿Y ahora cómo hacemos? No
vino el Kui, será que enviamos al puerco
de monte (moiduh).
-¡Mira moiduh! ¿Tú no eres capaz
de ir al Encanto a traernos el maíz, que allá es donde se encuentra?
-Bueno, si voy –dijo el puerco de
monte (moiduh)-. –Entonces vaya allá.
Emprendió moiduh su caminata, su
larga caminata, pasó por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a El
Encanto se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio donde estaba
el maíz. Al ver la gran cantidad de maíz de todos los colores, tamaño y forma,
se emocionó tanto que se puso a comer maíz, a comer maíz, a comer maíz, hasta
que se le olvidó a lo que iba. Entonces no volvió tampoco, porque él se quedó
ahí comiendo maíz.
No volvió el moiduh. Los
conuqueros se quedaron esperando el maíz y reunidos dicen: - ¿Y ahora cómo
hacemos? El moiduh no vino. ¿A quién podemos enviar que nos pueda traer el maíz
para sembrar los conuqueros, que estamos esperando por sembrar? Entonces reunidos dicen -vamos a mandar al
Chuco (chuc).
-¡Ah chuc! ¿Tú eres capaz de ir
al Encanto a conseguir el maíz para sembrar aquí los conuqueros?, y dijo el
chuco -¡si voy!
-Usted va allá, al Encanto y nos
trae un persogo de maíz.
-¡Aja! Dijo el chuc y emprendió
su larga caminata, pasó por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a
El Encanto, el chuco se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio
donde estaba el maíz, se emocionó mucho y se puso a comer, a comer y a comer maíz,
entonces dijo:
-¡No¡ ¡No! ¡No! Voy a donde los
conuqueros porque ellos me encargaron el maíz.
Se trajo dos persogos de maíz y
se vino por el camino, venía comiendo, comiendo y comiendo, y cuando menos
acordó se le terminaron y no pudo devolverse sino que llegó sin nada. Sólo dijo
que el camino era muy lejos y le dio hambre, que el kui, venado, había tratado
de salir de la cueva pero al parecer murió de un golpe, que su cabeza había
quedado a la entrada de la cueva sobre una piedra (éyi) grande y cuando el
viento (fitate) pasaba se oía que sonaba algo así como: fruuu, fruuu, fruuu, fruuu,
fruuu, fruuu, fruuu. Que el moiduh, puerco de monte, quedó ensartado en una
vara de tura.
¡Y ahora ya el Chuc no trajo el maíz!
-dicen los conuqueros. Bueno y entonces ¿a quién podemos mandar, que haga todo
lo posible e imposible de traernos el maíz? El tiempo se está pasando, la luna
(yii) nos favorece, hay que enviar a alguien, y vieron sobre el árbol copey a
una ardilla.
-¡Ahí está!, -señalando hacia el
árbol- ¡Sí! Veían una bichita, ahí
chiquitica, y dijeron: -¿Mandamos a la Ardita?- y respondieron varios: ¡Queee! -¿Y
qué va a hacer esa bichita tan re-chiquita? No había otra solución de todos
modos le dicen: -¡Mira biyuye! ¿Tú eres capaz de ir al Encanto a conseguir el maíz
para los conuqueros?
-¡Sí!
-Bueno, vaya.
Se fue la Ardita (biyuye), emprendió
su larga caminata, pasó por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a
El Encanto, la ardita se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al
sitio donde estaba el maíz, se emocionó mucho y se puso a comer, a comer y después
de que comió bastante maíz, que anduvo por ahí, como las mazorcas eran grandes
ella vino y consiguió una pequeña e hizo un chuquito (persogo) de maíz y se
vino y ahí venía comiendo por el camino y venia andando hasta que llegó al
conuquero y le dijo:
-Aquí está el maíz, agarre esta
mazorca-
-Y ahora ¿cómo hacemos nosotros
para sembrar esta mazorquita en este conuco tan regrande?
-¡No, si se siembra!
-¿Y alcanzará esta mazorquita para
todo este conuco?
-¡Si alcanza!- Respondió. -Mire,
siembre en cada esquina dos hilitos, una cosa así que usted vea que alcance para
las cuatro esquinas, en la otra, en la otra y en la otra, en las cuatro
esquinas, y entonces ustedes, los conuqueros, verán cuando el maíz nazca.
Cuando el maíz nació y el conuco,
añaro, estaba todo lleno de maíz,
nuestro pensamiento, nuestra religión se fundaron en el maíz y empezamos a
festejarlo, la música principal era el sonido que da la cabeza del venado,
juntos como hermanos haríamos una baile (bahohi) y danzaríamos, imitaríamos los
sonidos de los animales, el conuquero mayor llevaría una maraca para conectar
la tierra con el cielo, para las ofrendas y comer tendríamos los productos que
pudiéramos elaborar con el maíz: arepas, chicha, carato (sui), mazamorra
(diqueyé), pelotas de masa de maíz (jatas), hallacas de jojoto (diguispichi), bollos
(tamare), maíz tostado (espororó) y la
cacería estaría en primer orden el marrano de monte, venado y otros animales.
-Nació el maíz, todito nacidito,
hay fue creciendo, creciendo y creció y se llenó el conuco de maíz y cuando fueron
a ver, había maíz blanco, maíz amarillo, el maíz cariaco, maíz pollo, maíz
cuarentón y otros más, dijeron los conuqueros que no salían de su asombro.
Bueno, así se llenó todo de maíz
el conuco, todo el conuco y quedaron toditos con maíz.
Por eso es que en el Estercuye,
Las Turas, cada turero lleva en el hombro un persogo de maíz en semejanza como
lo hizo la Ardita que trajo el maíz cuando el mundo era mundo y no había maíz
para sembrar.
Adaptación: Ana Teresa Aranguren
Uranga.
Basada en la recolección de:
Pedro Pablo Linárez, entre los años 1980-1993.
Bibliografía:
Etnohistoria del Estado Lara,
1995. Pedro Pablo Linárez. Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”.
Barquisimeto. Pp 154-158.
Del siglo XVI al siglo XXI: 500
años de resistencia del pueblo Ayamán, 2013. Ramón Querales. Editorial
Horizonte, Barquisimeto.
El Ayamán (Ensayo de
reconstrucción de un idioma indígena venezolano), 2007. Ramón Querales. UNIDAD
DEL CRONISTA-CONSEJO MUNICIPAL DE IRIBARREN, CONCULTURA, GOBERNACION DEL ESTADO
LARA. Barquisimeto.
Comentarios
Publicar un comentario