CUANDO EL MUNDO ERA MUNDO Y NO HABÍA MAÍZ PARA SEMBRAR

Ana Teresa Aranguren Uranga.

Mito Ayamán, pueblo indígena larense.

 

Cuando el mundo era mundo, como grupo cazador pasamos por muchos territorios, pasamos por brazos de tierra rodeados de agua de mar, fuimos dejando parientes asentados en tierras lejanas de donde nos ubicamos actualmente, dejamos nuestras huellas en petroglifos, modos de vida, en el idioma, en fin rasgos de nuestra cultura.  Estos recorridos se vieron forzados por los animales de caza (bahohori) para el aprovechamiento como fuente de alimento junto con la recolección de frutos, raíces, miel, plantas comestibles y medicinales, entre los animales encontrábamos: megaterio, el caballo “americano”, mastodonte; hubo un cambio climático y estos grandes animales desaparecieron, ya habíamos desarrollados artefactos y técnica de caza y así seguimos detrás del venado (kui), danta (deleryi), monos (chuc), pereza (takumará), tigre (bosin), araguato (duj), puerco de monte o báquiro (moiduh), mapurite (arok), oso hormiguero (arihi), lapa (araguá), cunaguaro (rauro), cachicamo (dok), conejo (sop), morrocoy (gnamuri), ardilla (biyuye), iguanas (hach), acure (akuri), zorro (warhen), y entre las aves cazábamos: gavilán (tuhue), paloma tijera (ebisluye), guacharaca (togó), paují (suui), zamuro (nuhu), rey zamuro (nuhumontay), pájaro carpintero (terhur), pava de monte (hogh), paraulata (koeri);  también desarrollamos la pesca con barbasco, arco y flecha, con cestos, hasta la coa la utilizamos en las fuente de agua dulce y algo salobre, variados peces y muchos más aliento de vida. A los animales de gran tamaño lo cazábamos usando diversas armas elaboradas con piedras de tamaño diverso según el tamaño del animal, como técnica los golpeamos con la piedra, luego de estar golpeado y acorralado por los demás miembros del pueblo, lo atacábamos con lanzas hechas de variadas piedras y tamaño, sabíamos usar la piedra para la defensa, para la cacería, para la vida.

Al quedarnos en el corazón de este territorio que tenía forma humana, del busto para arriba, de una bella mujer que tenía el brazo que miraba hacia el occidente como una cesta recogiendo agua dulce  donde viven los hermanos Barí, y el brazo que miraba hacia el oriente era extendido y con los dedos de la mano separados soltando agua dulce para confundirse con el mar donde viven los hermanos Waraos, motivados por el avance de otras oleadas de grupos humanos nuestro oriente es la sierra de los Chipas o Cyparicotes.  Este terruño tenía por el norte hacia el mar a la sierra de los Jirajaras (o de San Luis, como lo conocemos ahora), hasta Mapiare, por el sur la sierra de Matatere y serranía de Bobare, porque más al sur están los hermanos Yanomamis. Estábamos en un lugar estratégico bañados por un hilo de agua dulce, Tocuio, fuente de nuestra vida, nuestro sitio de siembra por ser un valle fértil era Moroturo o Morotura, con una vegetación verde como la esmeralda aunque en lo extenso de nuestro terruño desde el hombro occidental, Baragua, encontramos diversos árboles que sabíamos aprovechar para la vida: vera (sh`cut), dividive, tuna, dato (ispó), guamacho, cují, jobo, roble, yabo, jabillo (groste), olivo, cardón, samán, guasábara, acacia, yagrumo, bucare, naranjillo, semeruco, mamón (supohó), cotoperiz (ish bugga), cocuy, copey.  El copey es nuestro árbol sagrado, por él tenemos la lluvia, el sigue siendo festejado en nuestro ritual del estercuye, tura, música y danza para agradecer a la madre tierra. La música con instrumentos autóctonos: cráneos de venado caramerudo y del matacán (suéld) con sus cachos, las turas o carrizos y maracas que imitan los sonidos de nuestros animales mitológicos.

Teníamos la tierra, ya habíamos decidido quedarnos, ya nos habíamos adaptados, ya estábamos cansados de nuestro peregrinar, nos establecimos pero para nuestro sustento teníamos que sembrar, había que ir donde nuestros parientes, allá muy atrás, llegar al Encanto para buscar la semilla de vida, dox en nuestra lengua, maíz, y nuestros vecinos que querían nuestras tierras por eso los considerábamos enemigos, y si les dejábamos sola las tierras, nos la quitaban, y nosotros perdíamos lo que habíamos logrado, así que nuestros mayores, sabios de nuestra tierra, se reunieron, y empezaron a preguntarse qué hacer porque ya la tierra (dap) estaba preparada, estábamos esperando el ciclo de lluvia, talamos, dejamos que se secara lo cortado y luego quemamos, las cenizas la esparcimos por todo el conuco (añaro), esperando la cosecha (kibok).

Cuando el mundo era mundo y no había maíz (dox) para sembrar. Los conuqueros sabían que había una parte que si lo había, en El Encanto, pero no había quien lo fuera a buscar.

-¿Conuqueros cómo hacemos nosotros para ir a conseguir el maíz para sembrar, porque nosotros necesitamos de sembrar ese maíz para la manutención de toda la familia y así es pues, que nosotros vamos a ver cómo hacemos? De cualquier manera debemos conseguir el maíz para sembrar.

-Vamos a hacer una cosa, vamos a decirle al venado que valla a buscar el maíz en El Encanto-  Se fueron hasta donde estaba el venado paseando por una cascada a orilla del Tocuio, se le acercaron dándoles semeruco, lo saludaron con una venia, conversaron hasta que le propusieron:

-¡Mira Kui! ¿Tú no eres capaz de ir al Encanto donde se consigue el maíz para sembrar los conuqueros aquí?

-¡Si voy! -dijo el venado (kui)- ¡entonces vaya, usted, usted se va al Encanto, a ese sitio donde está el maíz!

Emprendió el venado su caminata, su larga caminata, paso por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a El Encanto se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio donde estaba el maíz, que era una cueva, Haitón, cuya entrada era como la boca de una gran culebra tragavenado (jusjí akuruguá), así la llamaban nuestros viejos, entonces el venado se emocionó mucho con lo que vio, se encantó, se emocionó al ver la gran cantidad de maíz de todos los colores, tamaño y forma, que se puso a comer maíz, a comer maíz, a comer yerbas que también había, hasta que se le olvidó a lo que iba.

No volvió más el kui. Los conuqueros se quedaron esperando el maíz y reunidos dicen: - ¿Y ahora cómo hacemos? No vino el Kui,  será que enviamos al puerco de monte (moiduh).

-¡Mira moiduh! ¿Tú no eres capaz de ir al Encanto a traernos el maíz, que allá es donde se encuentra?

-Bueno, si voy –dijo el puerco de monte (moiduh)-. –Entonces vaya allá.

Emprendió moiduh su caminata, su larga caminata, pasó por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a El Encanto se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio donde estaba el maíz. Al ver la gran cantidad de maíz de todos los colores, tamaño y forma, se emocionó tanto que se puso a comer maíz, a comer maíz, a comer maíz, hasta que se le olvidó a lo que iba. Entonces no volvió tampoco, porque él se quedó ahí comiendo maíz.

No volvió el moiduh. Los conuqueros se quedaron esperando el maíz y reunidos dicen: - ¿Y ahora cómo hacemos? El moiduh no vino. ¿A quién podemos enviar que nos pueda traer el maíz para sembrar los conuqueros, que estamos esperando por sembrar?  Entonces reunidos dicen -vamos a mandar al Chuco (chuc).

-¡Ah chuc! ¿Tú eres capaz de ir al Encanto a conseguir el maíz para sembrar aquí los conuqueros?, y dijo el chuco -¡si voy!

-Usted va allá, al Encanto y nos trae un persogo de maíz.

-¡Aja! Dijo el chuc y emprendió su larga caminata, pasó por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a El Encanto, el chuco se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio donde estaba el maíz, se emocionó mucho y se puso a comer, a comer y a comer maíz, entonces dijo:

-¡No¡ ¡No! ¡No! Voy a donde los conuqueros porque ellos me encargaron el maíz.

Se trajo dos persogos de maíz y se vino por el camino, venía comiendo, comiendo y comiendo, y cuando menos acordó se le terminaron y no pudo devolverse sino que llegó sin nada. Sólo dijo que el camino era muy lejos y le dio hambre, que el kui, venado, había tratado de salir de la cueva pero al parecer murió de un golpe, que su cabeza había quedado a la entrada de la cueva sobre una piedra (éyi) grande y cuando el viento (fitate) pasaba se oía que sonaba algo así como: fruuu, fruuu, fruuu, fruuu, fruuu, fruuu, fruuu. Que el moiduh, puerco de monte, quedó ensartado en una vara de tura.

¡Y ahora ya el Chuc no trajo el maíz! -dicen los conuqueros. Bueno y entonces ¿a quién podemos mandar, que haga todo lo posible e imposible de traernos el maíz? El tiempo se está pasando, la luna (yii) nos favorece, hay que enviar a alguien, y vieron sobre el árbol copey a una ardilla.

-¡Ahí está!, -señalando hacia el árbol- ¡Sí!  Veían una bichita, ahí chiquitica, y dijeron: -¿Mandamos a la Ardita?- y respondieron varios: ¡Queee! -¿Y qué va a hacer esa bichita tan re-chiquita? No había otra solución de todos modos le dicen: -¡Mira biyuye! ¿Tú eres capaz de ir al Encanto a conseguir el maíz para los conuqueros?

-¡Sí!

-Bueno, vaya.

Se fue la Ardita (biyuye), emprendió su larga caminata, pasó por el brazo de tierra rodeada de mar, cuando llegó a El Encanto, la ardita se fue bajando, bajando y bajando hasta que llegó al sitio donde estaba el maíz, se emocionó mucho y se puso a comer, a comer y después de que comió bastante maíz, que anduvo por ahí, como las mazorcas eran grandes ella vino y consiguió una pequeña e hizo un chuquito (persogo) de maíz y se vino y ahí venía comiendo por el camino y venia andando hasta que llegó al conuquero y le dijo:

-Aquí está el maíz, agarre esta mazorca-

-Y ahora ¿cómo hacemos nosotros para sembrar esta mazorquita en este conuco tan regrande?

-¡No, si se siembra!

-¿Y alcanzará esta mazorquita para todo este conuco?

-¡Si alcanza!- Respondió. -Mire, siembre en cada esquina dos hilitos, una cosa así que usted vea que alcance para las cuatro esquinas, en la otra, en la otra y en la otra, en las cuatro esquinas, y entonces ustedes, los conuqueros, verán cuando el maíz nazca.

Cuando el maíz nació y el conuco, añaro,  estaba todo lleno de maíz, nuestro pensamiento, nuestra religión se fundaron en el maíz y empezamos a festejarlo, la música principal era el sonido que da la cabeza del venado, juntos como hermanos haríamos una baile (bahohi) y danzaríamos, imitaríamos los sonidos de los animales, el conuquero mayor llevaría una maraca para conectar la tierra con el cielo, para las ofrendas y comer tendríamos los productos que pudiéramos elaborar con el maíz: arepas, chicha, carato (sui), mazamorra (diqueyé), pelotas de masa de maíz (jatas), hallacas de jojoto (diguispichi), bollos (tamare), maíz tostado (espororó)  y la cacería estaría en primer orden el marrano de monte, venado y otros animales.

-Nació el maíz, todito nacidito, hay fue creciendo, creciendo y creció y se llenó el conuco de maíz y cuando fueron a ver, había maíz blanco, maíz amarillo, el maíz cariaco, maíz pollo, maíz cuarentón y otros más, dijeron los conuqueros que no salían de su asombro.

Bueno, así se llenó todo de maíz el conuco, todo el conuco y quedaron toditos con maíz.

Por eso es que en el Estercuye, Las Turas, cada turero lleva en el hombro un persogo de maíz en semejanza como lo hizo la Ardita que trajo el maíz cuando el mundo era mundo y no había maíz para sembrar.

 

Adaptación: Ana Teresa Aranguren Uranga.

Basada en la recolección de: Pedro Pablo Linárez, entre los años 1980-1993.

Bibliografía:

Etnohistoria del Estado Lara, 1995. Pedro Pablo Linárez. Universidad Centro Occidental “Lisandro Alvarado”. Barquisimeto. Pp 154-158.

Del siglo XVI al siglo XXI: 500 años de resistencia del pueblo Ayamán, 2013. Ramón Querales. Editorial Horizonte, Barquisimeto.

El Ayamán (Ensayo de reconstrucción de un idioma indígena venezolano), 2007. Ramón Querales. UNIDAD DEL CRONISTA-CONSEJO MUNICIPAL DE IRIBARREN, CONCULTURA, GOBERNACION DEL ESTADO LARA. Barquisimeto.

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